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No sabemos nada

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No sabemos nada

Y no es posible demostrar la verdad de nada, señalaba Pirrón de Elide en el siglo V antes de nuestra era. Fundador de la Escuela de Escepticismo, afirmaba más allá de la duda metódica de Sócrates, que ni siquiera es posible saber que no sabemos nada, inmersos en un mundo de apariencias contradictorias. Para el griego Pirrón su escepticismo encajaría con la actual recesión, ya incontrolada, que ha elevado la tasa de suicidios en Grecia un 40%. Pese a los antecedentes de la tragedia griega clásica, como país mediterráneo, tenía unos niveles de adiós a la vida personales muy bajos, sobre todo en comparación con la Europa del Este o Nórdica. La perdida del trabajo, de las posibilidades no ya de una vida digna, si no simplemente de supervivencia, impulsan a personas a poner fin a sus vidas, en algunos casos acompañados de sus familias que dependen de ellos.

La ceguera que nos ha impulsado en los últimos 30 años a perder la mayor parte de los valores asociados al estado del bienestar, a creernos simplistas teorías socioeconómicas denominadas “liberales”, cuando no se sostienen en ningún precedente académico, si no en los intereses privados y privativos de una determinada clase dirigente. Adam Smith o David Ricardo se deben estar removiendo en sus tumbas, cuando son apelados por pandillas de homúnculos ignorantes y soberbios.

No estaría mal recordar como la actual depresión, y sus precedentes vinculados a la desregularización económica iniciada en los ochenta, ha venido acompañada en paralelo con una distribución de la renta y la riqueza cada vez más asimétrica. Cuando más se reducían los valores nominales de sueldos y salarios, más aumentaban la renta de los directivos de grandes corporaciones, cuyas remuneraciones han seguido sosteniéndose sin pudor pese a las hecatombes financieras y a las ayudas públicas recibidas.

Cada semana conocemos los millonarios retiros y jubilaciones que reciben los directivos financieros que han asaltado el estado del bienestar con total impudicia, y que a menudo se pagan con dinero público, en Estados Unidos o en España. Los recursos económicos que se niegan a la educación o la sanidad se consumen a la velocidad de la luz en tapar los agujeros de la banca y las antiguas cajas de ahorro.

Cuando no hace ni dos meses todavía se hablaba de la maldad de los mercados y su injusto castigo a España, quedaba una cierta esperanza de redención con la colaboración de BCE o de la canciller alemana. Se empezaba a barajar que la influencia de Obama y del posible presidente Hollande podía contribuir a impulsar políticas de crecimiento y atemperar el descalabro de la economía española.

Paseos en barco en Chicago y reuniones urgentes no han podido ocultar el enorme descrédito que España esta produciendo con sobresaltos diarios que dan la razón a los temibles mercados. El Banco de España es humillado en sus evaluaciones del sistema financiero y su puesto lo ocupan dos consultoras que poco van a poder evaluar en 30 días, y que además tienen unos precedentes como compañías nada tranquilizadores como Oliver Whyman que hizo sus agostos con las hipotecas basura, y calificó como mejor banco del mundo al irlandés que dos años después quebró.

Pero el shock de Bankia ha sido todavía peor, pasando de unos discretos resultados positivos en 2011 a casi 25.000 millones de euros de perdidas. ¿Cómo se puede cambiar la contabilidad de una manera tan brutal? ¿Cómo se pueden ir ofreciendo diferentes resultados hasta llegar a la cifra actual? Quien va a creer a España en estas condiciones?

El daño causado en los últimos días y las formas y maneras de gestionarlo han sido tan desastrosas que hasta el BCE ha sacado un comunicado refiriéndose al gobierno de actuar de la “peor forma posible”.

¿Tendremos que hacer plegarias para que el presidente que obtuvo mayoría absoluta hace unos pocos meses encuentre el camino para salir del atolladero que conduce al abismo? Tendrá el sentido común de rodearse de profesionales que conozcan los recovecos europeos, las formas del BCE o  los intereses alemanes, a cuyas estructuras les parecemos cada día más ruidosos y chapuceros, y dejarse de acompañar de los amigos de Goldman Sachs y otros desprestigiados cadáveres del pasado.

Enlaces:

Alemania suaviza su posición contra el estímulo económico en el G-8. Antonio Caño. El País. 20 de mayo de 2012

Austeridad y crecimiento, evidencia empírica. Guillermo de la Dehesa. El País. 20 de mayo de 2012.

Apocalipsis en breve. Paul Krugman. El País. 20 de mayo de 2012