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Auschwitz. No hace mucho. No tan lejos. Centro de exposiciones Arte Canal. Madrid. Hasta el 7 de octubre de 2018.

OMAU - Málaga

Cultura


Auschwitz. No hace mucho. No tan lejos. Centro de exposiciones Arte Canal. Madrid. Hasta el 7 de octubre de 2018.

La visita a Auschwitz-Birkenau a unos 40 km de la coqueta ciudad de Cracovia, es el auténtico viaje al horror absoluto que describía a Dante en el infierno. Al traspasar las puertas metálicas y pasar debajo de la frase “el trabajo os hace libres”  ( arbeit macht frei) no se es consciente de lo que se va a vivir en las próximas horas.

El silencio, pese al número importante de visitantes del inmenso campo de concentración y exterminio, es un elemento que también se repite en la exposición de Madrid. La gente lee atentamente o escucha las explicaciones de la audio guía, pero el silencio, una especie de congoja colectiva con lo que se presencia, acompaña al visitante en la larga exposición que requiere cerca de tres horas en recorrerse.

Nada puede equipararse a visitar el Auschwitz original, y la sensación de angustia que representa ver cientos de miles de gafas o zapatos amontonados en las edificaciones de ladrillo rojo del campo original construido en 1940. O pasear por el andén donde descendían y eran seleccionados los prisioneros judíos antes de entrar en Birkenau I destinado solo al exterminio.

Los restos de los barracones se expanden kilómetros detrás de las alambradas, como si se tratara de una gran ciudad de muerte. Esa sensación solo se puede vivir allí, pero la exposición de Madrid acerca con sumo detalle a lo que ocurrió entre 1940 y 1945, y más allá, cuando ejecutan a en 1947 a Rudolf Höss el comandante del campo, o cuando posteriormente se convierte en un patrimonio de la humanidad.

La cronología de los acontecimientos, las brutales imágenes, o los vídeos recuperados de los archivos nazis detallan la vida diaria de los prisioneros que eran seleccionados para trabajar, o los que eran destinados directamente a la muerte.

También muestra la vida familiar de los miembros de las SS que vivían en casas anexas al campo. Fotografías muestran a Loss jugando con sus hijas pequeñas. En lugar de tener vistas a las montañas o al mar la casa del responsable del campo tenía como paisaje las alambradas electrificadas y los barracones.

Höss parece un padre angelical en familia, pero es la misma persona que fue responsable directa de la muerte de 1.100.000 personas, de lo que no sé arrepintió ni en el cadalso donde fue fotografiado en su ejecución en el propio Auschwitz.

El campo, o más bien las tres colosales partes en que se dividía en función de su contracción entre 1940 y 1942, como otros muchos en Alemania y el este de Europa se destinaban tanto a la producción de materias primas destinadas al esfuerzo de guerra, como al simple exterminio.

Por tanto una parte de los prisioneros trabajaban de forma esclava para alimentar la máquina de guerra alemana, y lo hacían en muchos casos para empresas industriales cuyos nombres nos son muy familiares. Auschwitz-Birkenau II destinaba la mano de obra a la elaboración de caucho sintético en IG Farben, esencial para continuar la guerra sin suministros petrolíferos.

En el proceso de selección otra parte de los prisioneros, normalmente los más débiles, iban directamente a las cámaras de gas, cuyo proceso se detalla explícitamente en la exposición. No era nada fácil meter a numerosos grupos de personas en las cámaras, más aún desnudos con la excusa de su desinfección, gasearlos durante quince minutos, y luego sacar los cuerpos, quitarles las joyas, arrancarles el pelo, e introducirlos en las cámaras de gas. Realmente solo escribirlo resulta espeluznante.

Auschwitz era un campo mixto de concentración ( y por tanto de trabajo) y de exterminio. La inmensa mayoría de los cientos de campos eran de concentración, solo unos pocos eran únicamente de exterminio, Sorbibor, Belzec, Chelmno y  Treblinca. Majdanek y Auschwitz Birkenau eran mixtos.

El resto de los muchos campos conocidos no eran de exterminio en el sentido industrial del término que introdujo  la solución final adoptada en enero de 1942. Ello no hace menos terribles a campos de trabajo como Buchenwald ( donde acabaron la mayoría de republicanos españoles), Dachau,  Ravensbruck ( especial para mujeres) o Bergen-Belsen de donde proceden quizá las imágenes más conocidas grabadas al liberar el campo los norteamericanos en abril de 1945.

Auschwitz fue liberado por el ejército soviético en enero de 1945, como recuerda Primo Levi en ‘Si esto es un hombre’, y desafortunadamente el equipamiento del ejército soviético no era tan completo como el americano, y no tuvieron la capacidad de filmar tal como lo hicieron los americanos los horrores del campo.

Si las imágenes de Bergen-Belsen son apocalípticas, esqueléticos seres humanos que se desplazan con dificultad, excavadoras empujando cientos de cadáveres, como hubiesen sido las de Auschwitz con el manto helado de la nieve.

“Había tal hedor que era imposible estar ahí por más de cinco minutos. Mis soldados no lo podían soportar y me rogaban para que los dejara ir. Pero teníamos una misión que cumplir".

Anatoly Shapiro oficial ruso que entró en el campo en la mañana de aquel día gélido, describió en 2005 poco antes de morir su experiencia setenta años antes. “Entramos en la mañana del 27 de enero de 1945. Vimos algunas personas vestidas con harapos. No parecían seres humanos, lucían terrible, eran puro hueso".

Shapiro, como comandante del batallón, les dijo a los sobrevivientes que eran el ejército soviético y que quedaban libres del dominio alemán. "Pero ellos no reaccionaron, no podían ni mover la cabeza o decir una palabra".

Recordó de aquella impresión sobre las personas, además de su aspecto esquelético, que no tenían zapatos y sus pies estaban envueltos en ropa vieja: era enero y la nieve rodeaba el lugar. "No sé cómo sobrevivieron a eso", señaló.

Previamente a abandonar el campo los alemanes lo hicieron abandonar a las 60.000 personas que podían andar y les obligaron a dirigirse hacia el oeste en lo que se conoce como la marcha de la muerte a la que muchas personas sobrevivieron.

Visita imprescindible.

Exposición