Presentada simultáneamente en Cines y en Neflix, y una de las películas más laureadas de 2018 deja una sensación extraña al no encontrarle una valoración especial ante tanta alabanza como esta teniendo, básicamente por el rol contrapuesto de la empleada indígena respecto a Tavira la cabeza de familia. A finales de los años sesenta donde esta ambientada la película esa imagen era la habitual en una familia como la mostrada, tanto en México con la aportación indígena, como España o el resto de Europa con la aportación al servicio domestico de las clases menos favorecidas, hoy en día procedentes de Sudamérica o el este europeo. La narración tranquila y sin sobresaltos refleja bien la falta de contradicciones explicitas en la convivencia (no lucha) de clases, lo que no oculta dos formas de vida antitéticas y sin solución de continuidad. La imagen en blanco y negro refuerza esa evocación del pasado, aunque hay que señalar que el formato digital es sensiblemente más plano que la fotografía analógica donde los contrastes que podíamos observar en los films del neorrealismo son complicados de alcanzar en el formato digital aunque se pueda ver en formato 4.096 x 2.160 (17:9) para los cines o en 3.840 x 2.160 (16:9) para la televisión que conocemos como 4K o UHDV.