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Pedro Páramo, Juan Rulfo. Cátedra. Madrid. 2017

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Cultura


Pedro Páramo, Juan Rulfo. Cátedra. Madrid. 2017

Hace tan solo unas semanas se reeditó una nueva edición de Pedro Páramo, que esencialmente recoge la versión corregida del libro original de Juan Rulfo, con nuevas anotaciones a la estructura de la narración, así como unos detallados apéndices y una amplia bibliografía.

Escrita inicialmente en 1955, es prácticamente la única novela de Rulfo hasta los años ochenta, aunque ya había escrito cuentos cuyos mecanismos narrativos se aprecian en los variados niveles de lectura de Pedro Páramo. Rulfo deja el relato lineal clásico y como algunos célebres contemporáneos suyos, Carpentier, García Márquez, Cortázar o Borges, inicia lo que se consideró la nueva narrativa hispanoamericana, aunque como señala José Carlos González Boixo, responsable de esta edición, ninguno de ellos había innovado tanto técnicamente como el mexicano.

Pedro Páramo tiene una estructura fragmentada, tanto en los personajes como en el tiempo. Después de los cientos de análisis a que ha sido sometido este singular libro, no parece que nadie se haya enterado de lo que pretendía Juan Rulfo a tenor de la entrevista que en 1983 le realiza el editor, tres años antes de su muerte, y donde el escritor le niega constantemente las interpretaciones que le van proponiendo de los fragmentos (que no capítulos) del libro.

La narración original en primera persona de Juan Preciado a su llegada a Comala  para conocer a su padre, se alterna con otras en tercera persona en constantes cambios cronológicos. En ocasiones, como muestra la entrevista con Rulfo reproducida en esta edición, los vivos se confunden con los muertos, las ensoñaciones con los recuerdos, y la realidad deja de tener sentido, ni se le hecha en falta.

En paralelo a la modernidad de la estructura narrativa, Rulfo emplea palabras que en España de forma desafortunada se denominan arcaicismos, pero que al otro lado del Atlántico siguen teniendo su significado. Como lo es también la cultura de los muertos y su presencia como constante, no sé hasta qué punto mágica, entre los (supuestamente) vivos.

El amor no correspondido por Susana San Juan de Pedro Páramo no tiene ni siquiera su redención en el poder casi absoluto de cacique, y solo el abandono de los cultivos y la conversión de la Media Luna y Cómala en un páramo, saciará su sed de impotencia, más que de venganza.

Rulfo señala en la entrevista citada, para justificar las diversas interpretaciones a los 69 fragmentos que componen el libro, que originalmente tenía 300 páginas, pero no sabemos a qué tipo de página se refiere, cuando en realidad no supera las 130, pero como en la novela, desconocemos qué punto de ensoñación tienen sus afirmaciones.

Aunque niega cualquier influencia indígena en el relato, todos los personajes son mestizos señala, algunas situaciones tienen que ver, quizá desde una óptica académica occidental, con lo que él denomina mentalidad indígena, que reconoce totalmente ajena y muy difícil de comprender para él, pese a que estuvo trabajando una gran parte de su vida en el Instituto Nacional Indigenista.

No deja de sorprender, pese a los años transcurridos, la capacidad de Rulfo para narrar una historia de ánimas que se pasean por una Cómala ya sin vida, en ruinas, que contrasta con la época de prosperidad que le dio Pedro Páramo hasta que su voluntad arruino el paisaje.

Su vida urbana y familiar en México D.F. poco tiene que ver con la mirada a un mundo rural en extinción que posiblemente conoció en su trabajo de funcionario, cuando el "progreso" del país norteamericano pasaba por el desarrollo de infraestructuras, algunas de las cuales, como las presas, pasaban por el desplazamiento y traslado de empobrecidas comunidades indígenas.

Con sus cámaras Leica y Rolliflex realizó miles de fotografías de esos territorios abandonados, de sus montañas y volcanes, de los campesinos que emigran cada vez en mayor medida a las ciudades, de los indios que arrastran una vida miserable y que, en muchos casos, ni hablan ni entienden el castellano.

En 1966, Carlos Velo dirigió un film basado en el libro de Rulfo en el que compartía guión con un joven Carlos Fuente. En YouTube se puede ver la única versión cinematográfica de Pedro Páramo, y se aprecian de una forma excesivamente literal los diversos universos paralelos en que se desarrolla la novela. Mann.