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El necesario equilibrio entre la intensidad de usos y actividades en la Ciudad Antigua

OMAU - Málaga
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El necesario equilibrio entre la intensidad de usos y actividades en la Ciudad Antigua

Cuando, en 1994, comenzamos a desarrollar la estrategia de recuperación del Centro Histórico a partir del PEPRI de 1990 y de las propuestas de URBAN, los objetivos prioritarios eran varios: renovar calles, plazas, edificios e infraestructuras donde apenas se habían realizado inversiones públicas y privadas desde los años sesenta, fomentar las actividades económicas y comerciales, e impulsar la cohesión social en una zona que quedó marginada en el proceso de crecimiento de la ciudad, y donde los niveles socioeconómicos eran muy inferiores a la media de Málaga.

La tasa de envejecimiento de la población residente era muy alta, por lo que uno de los principales objetivos era también que la ciudad antigua, sus viejos arrabales y el ensanche Heredia fueran atractivos para vivir, para esto era necesaria una política activa de vivienda y equipamientos para familias jóvenes que revitalizarán unos barrios que, además de compartir con el resto de la ciudad necesidades similares, eran el reflejo de la identidad histórica de la ciudad.

Esa ambivalencia, barrio y referente simbólico de la ciudad, era una oportunidad que el Centro Histórico ha podido canalizar como otras ciudades europeas para crear una oferta de turismo urbano apoyada tanto en su estructura urbana patrimonial, como en el atractivo museístico en que Málaga se ha especializado.

Del medio millón de visitantes que tenía Málaga en el año 2000, hemos pasado a cerca de cuatro millones en 2015, con un constante aumento de la oferta hotelera, apartamento turísticos, y actividades relacionadas con la hostelería. Como muestra el seguimiento electrónico de las fotografías que realizan los visitantes, o de sus conexiones telefónicas, la mayor parte se concentran en espacios reducidos de la Ciudad Antigua en su entorno patrimonial y comercial.

El Centro Histórico ha cambiado de fisonomía de forma radical en estos 21 años, poco tiene que ver con las imágenes que apenas recordamos si no fuera por las publicaciones que analizan todo este proceso como Viva la Calle. Sin embargo, a los efectos positivos del cambio producido en la Ciudad Antigua, se le han ido sumando efectos negativos que no son particulares de Málaga, si no que son comunes a otras ciudades.

El aumento de la actividad hostelera y del comercio franquiciado está modificando la morfología del espacio urbano que habría que regular para mantener la diversidad de usos característicos de la ciudadana mediterránea. La falta de control impide el cumplimiento de usos residenciales en plantas superiores de los edificios. Los excesos de ocupación del espacio público por terrazas, que no estaban contemplados inicialmente en el planeamiento de las calles y plazas rehabilitadas, sus horarios de cierre y el ruido que producen son causas, no solo de saturación del espacio público, si no también de conflictos y molestias a los residentes.

La regulación de estas actividades no sólo tiene que ser severa y meticulosa, como sucede en Barcelona o Valencia, por ejemplo, si no que debe ser consciente de que nos encontramos en la ciudad histórica, donde las restricciones ambientales y estéticas son de obligado cumplimiento, por lo que únicamente deberían permitirse, en el caso de las terrazas, toldos o sombrillas sin cierres laterales, al tiempo que los responsables del planeamiento urbano delimitan los espacios susceptibles de ser ocupados.

La creación de una tasa hotelera-hostelera, como contrapartida a los gastos generados por los visitantes y turistas, podría ser una medida que, reinvertida en mejorar aspectos del Centro Histórico, podría ser contemplada por los vecinos residentes como una compensación a las molestias con las que conviven. No es ningún invento, este sistema ya se utiliza de forma genérica en muchas ciudades europeas.

Es necesario recuperar la visión integral y global del Centro Histórico en todos sus ámbitos, tal como propuso la Agenda Urbana y fue aprobado por Pleno en 2015 después de una participación ciudadana de dos años. Recuperar el equilibrio perdido en los últimos años y que se refleja en la continua pérdida de población. Para ello, es necesaria una política urbana innovadora y decidida, y no improvisar medidas parciales carentes de metodología contrastada. Al final, lo que está en juego es continuar con políticas urbanas para impulsar un Centro vivo, agradable tanto para la población residente como para los visitantes, o apostar por una simulación de parque temático similar a un set cinematográfico, siguiendo la triste estela de la isla de Venecia.

Pedro Marín Cots, responsable del Programa URBAN

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